Porque huimos de las cosas que nos hacen llorar.
Porque nos dejamos llevar por los sentimientos.
Porque sabemos disfrutar de la buena música, de un buen paisaje o de una buena compañía.
Porque no nos importa lo que piensan de nosotros.
Porque tenemos claro lo que no queremos ser.
Porque sabemos aprender de cada error cometido.
Porque sólo aprendemos a base de errores.
Porque tenemos una imaginación infinitamente ilimitada.
Porque podemos viajar a lugares inimaginables sin movernos del sitio.
Porque el único que puede juzgarte eres tú mismo.
Porque tú decides dónde está tu libertad, tu vida y tus sueños.
Porque no permitimos que nadie nos manipule ni que decida por nosotros.
Porque cada uno de nosotros es único y diferente.
Porque sabemos controlarnos y encontrar la paz en nosotros mismos.
Porque sólo estamos donde queremos estar.
Porque sabemos escuchar, comprender y ayudar a los demás.
Porque creemos en la libertad, en la amstad en el amor, en la paz y en el rock'n roll.
Por todas estas cosas y un millón más merece la pena vivir, porque somos felices y porque, realmente, nada es lo suficientemente importante para que nos importe.
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